Uno de los libros que figuran en la página de AA Agnostica (www.aaagnostica.org) es Don’t Tell: Stories by Agnostics and
Atheists in AA (2014), de Roger C., cuyo título establece una analogía con
el nombre de la infame política del ejército de EEUU ante l@s homosexuales
instaurada por Bill Clinton, “Don’t Ask, Don’t Tell”, por la cual no se podía
perseguir abiertamente a l@s homosexuales mientras ést@s no se declarasen
abiertamente como tales. El siguiente libro del mismo autor, publicado un año
después, es más asertivo: Do Tell:
Stories by Agnostics and Atheists in AA. La analogía con la homosexualidad
no es gratuita ni descabellada: posteriormente, gracias a mis interacciones con
los grupos de AA laicos y ateos, descubrí que much@s alcohólic@s ate@s y
agnóstic@s están literalmente “en el armario” dentro de AA y a veces tardan
años en “salir” del mismo.
Mi gran “error” fue, pues, haberme declarado atea desde el
principio. Fue como colocarme un cartel en la espalda diciendo “Convertidme,
herman@s”. Como dijo uno de los cofundadores de AA, Bill W., es preciso “minar la rebeldía” de l@s escéptic@s poco a poco (aunque en mi caso el "poco a poco" se condensó en apenas un mes). Por supuesto, no me arrepiento de dicho “error” y volvería a comportarme del
mismo modo. Porque no puedo ni imaginar cómo sería pasarme años oyendo la
cantinela de que para recuperarse del alcoholismo es imprescindible creer en
algún dios sin oponer ninguna resistencia ni argumentación racional.
Y es que, además, AA no refleja en absoluto a la población
general. Según cifras de 2017, en España el 69,8% de la población se declara
católica (sin embargo, sólo el 26,4% practicante) y el 25,2% atea o no
creyente. Mientras que en AA se insiste en que todo el mundo es creyente, lo cual indica, por simple
extrapolación, que el 20% de sus miembr@s están “en el armario” (en mi grupo
éramos 2 ate@s de entre las aproximadamente 50 personas que llegué a conocer,
es decir un 4%).
Con todo, y pese a que en España no existen (todavía) grupos
laicos, debo señalar que aquí AA es bastante menos retrógrada que en EEUU.
Según el artículo “AA, Religion and Secular AA”, de Vic L. (www.secularaa.org/aa-la-religion-y-secular-aa/),
una reunión típica transcurre del siguiente modo: “Una abrumadora mayoría de las reuniones se celebran en sótanos de iglesias ('El alma te la salvan arriba. Aquí abajo te salvamos la vida'.) Los 12 Pasos recomendados y las 12 Tradiciones, junto con otros eslóganes de AA, cuelgan de las paredes. Las reuniones suelen iniciarse con el Preámbulo de AA y la lectura de fragmentos tomados de la literatura aprobada por el Congreso de AA, por lo general de contenido altamente religioso. La lectura más habitual es ‘Cómo funciona’, que incluye los 12 Pasos y termina así: ‘…Sin ayuda, es demasiado para nosotros. Pero hay Alguien que tiene todo el poder: ese Alguien es Dios. ¡Ojalá Lo encuentres ahora!’ Posteriormente, una persona designada (otr@ miembr@ de AA) comparte su ‘experiencia, fortaleza y esperanza’ durante unos 15 ó 20 minutos; el moderador o moderadora hace una pausa (para pasar el cepillo y hacer anuncios); otr@s asistentes ‘comparten’ desde la tarima (y en sus intervenciones hablan a menudo de la fe y de su gratitud hacia un Poder Superior); y la reunión se clausura con nuevas lecturas también cargadas de religiosidad. Finalmente, tod@s se ponen en pie, se dan la mano y rezan ‘el Padrenuestro’ (o, con menos frecuencia, ‘la Oración de la Serenidad’)”.
(Entre paréntesis, este aspecto pernicioso de AA nunca se muestra en la ficción, donde predomina una visión aséptica, cuando no edulcorada, de la organización. Estoy convencida de que en mi decisión de dejar de beber y acudir a AA influyó inconscientemente el hecho de que en aquel momento estaba viendo, toda de golpe, la serie Elementary, en la que un Sherlock Holmes contemporáneo acaba de desintoxicarse de la heroína. En diversos episodios se muestran las reuniones de Narcóticos Anónimos a las que asiste, pero en ellas nunca se habla de Dios o de un “Poder Superior” [está claro que Sherlock, que es la Lógica y la Razón personificadas, nunca habría creído en tales cosas], ni siquiera de “trabajar los 12 pasos”. Por otra parte, cuando se busca un “padrino”, su relación con él es de complicidad y un apoyo mutuo que trasciende el tema de su común adicción. Nada que ver, por tanto, con mi fugaz relación con El Padrino.)
Si yo me hubiera topado con algo similar a la reunión que
describe Vic L. el primer día, sencillamente no habría vuelto, con lo cual
probablemente no seguiría sobria tres meses y medio después. Por suerte, aquí
(al menos en el grupo al que yo asistía) no se leía el “Cómo funciona” a diario
(tras el Preámbulo se leía la lectura correspondiente a ese día y, aunque todas
estaban plagadas de la palabra “Dios”, por lo menos variaba su contenido y de
vez en cuando conseguía extraer alguna idea útil de entre la maraña religiosa);
ningún/a miembr@ “designad@” dedicaba un tercio de la reunión a hablar de su
experiencia; no se pasaba un “cepillo” (las aportaciones se metían, cuando cada
cual consideraba oportuno, en un jarrón forrado en tela, por lo que no eran
“públicas”); las sillas estaban colocadas en círculo y las intervenciones se realizaban sentad@s en ella, lo cual facilitaba que
tod@s, incluso las personas más tímidas, participasen; no había lecturas de
clausura; y, sobre todo, no se rezaba el Padrenuestro, sino la Frase de la Serenidad.
Cierto que, como ya he relatado en otras entradas, muchas de
las intervenciones estaban plagadas de “Dios” y el “Poder Superior”, y de
alusiones a la (presunta) conversión o “despertar espiritual” en determinado
momento de su proceso de recuperación. Posteriormente he descubierto que esto,
que me resultaba tan difícil de digerir, tiene una “explicación” histórica. En
los inicios de AA predominaban los Grupos Oxford, una organización
fundamentalista que se desarrolló entre los años 20 y 50 del siglo pasado, y
muchos grupos de AA exigían que l@s
miembr@s experimentaran y escenificaran su “conversión”, arrodillándose e
invocando a Dios; quienes no lo hacían eran directamente expulsad@s. Y aunque
no en todos los grupos se exigía esto, y en la actualidad supongo que la
mayoría no lo hace, esta exigencia parece haber pervivido en forma de
“tradición”, de tal modo que quienes permanecen sobri@s durante algún tiempo llegan a creer que han experimentado
dicha conversión (lo que no sé es cómo lo transmiten o escenifican, puesto que
mientras asistí a las reuniones no fui testigo de ninguna). A eso lo llamo yo
un lavado de cerebro en toda regla.
Tampoco se expulsa a nadie abiertamente, sino que, como en mi caso, se les induce a
autoexpulsarse cuando fracasan en sus intentos de “minar su rebeldía”, con la
esperanza, eso sí, de que volverán al redil, más dóciles, más “receptivos”, más
“obedientes”, cuando su profecía de que sin las reuniones y sin el “Poder
Superior” recaerán automáticamente se cumpla gracias al miedo que previamente
se han encargado de inculcarles.
(Continuará...)
Me parece un análisis muy reduccionista el que haces de AA.
ResponderEliminarYo soy ateo y mi poder superior nada tiene que ver con la religión.
A los grupos que yo asisto nadie me discrimina por esto y se insiste mucho que el único requisito para ser miembro es decir que eres adicto.
Es interesante tu mirada, y claramente hay un comportamiento sectario dentro de N A, y negar el contenido altamente religioso, es propio de alguien que no asistió jamás a una reunión.. saludos
ResponderEliminarSS.